miércoles, 16 de diciembre de 2015

Los Intocables de Eliot Ness



Voy a lo fácil, juzgar una película de hace casi 30 años con el baremo de hoy día. Pero es que se lo merece. Ya está bien de pasearse tan altivamente por el Olimpo del celuloide. El otro día fui al cine (sí, al cine, a una sesión especial) y me propuse disfrutar de, según una gran parte de público cinéfilo y onanista, una de las obras maestras de la historia del cine. Ojo que vamos.

Chicago, años 30. Época de la Ley Seca. De Niro disfrazado (que no caracterizado) de Al Capone es el puto amo. Vive en un hotel rodeado de su familia de gordos mientras en las calles impera el crimen y la delincuencia derivados de la compra y venta de alpiste de estraperlo. Ha creado un imperio a partir de distribuir orín a todos los locales de la ciudad. Obviamente, el que no pase por el aro, sufrirá la ira de Alphonse Gabriel Capone. 
Hay un tema que me llama bastante la atención. Se trata del brazo ejecutor de Al Capone, el matón que se encarga de aplicar la ley en las calles. Se trata de un personajillo que viste totalmente de blanco. Traje blanco, zapatos blancos, abrigo blanco y sombrero blanco al estilo Don Ciccio. Visto la pasividad de la policía, se trata la indumentaria perfecta para cometer asesinatos y pasar desapercibido.

Parece que Al Capone vive sólo en Chicago. Nadie le molesta ni llama a su puerta para pedir explicaciones. Hasta que aparece Eliot Ness.
Cuenta la historia que Eliot estaba un domingo por la tarde en su casa viendo la tele y de buenas a primeras se levantó y dijo: "Voy a acabar con Al Capone". Así, cuando llegó a la comisaría ese mismo lunes, en lugar de bajarse a desayunar y a leer el Marca, comenzó su búsqueda de incautos para unirse a su lucha contra el crimen.
Hay momentos en los que dudas de si Eliot Ness realmente trabaja en la comisaría de policía. Tiene un despacho, sí, pero nada más. Nadie habla con él, no tiene jefe ni empleados, entra y sale sin que nadie le pregunte... de hecho, para crear su escuadra contra el imperio del bebercio, se tiene que buscar la vida y fichar a tres pobres hombres que no saben donde se meten.

De este modo, el plantel de la liga anti bebidas espirituosas es el siguiente: Kevin Costner (Eliot Ness) a la cabeza. El americano de vida y familia perfecta. Los valors y el seny de aquella época. Sean Connery en el papel de policía del montón a punto de jubilarse. Muchas alabanzas (y hasta un Óscar) se llevó por su interpretación, mezcla de Willy el de mantenimiento de los Simpsons y Popeye. Un jóven Andy García aspirante a policía con cara de pánfilo. Mítica la escena en la que viste un chandital estilo pijama y se le asoman por el cuello los pelos de la espalda. Un contable de Hacienda con gafitas y bajito que pasaba por allí. 

Este ejército de Pancho Villa y cuatro escopetas es todo lo que necesita el Chicago Police Department para acabar de una vez con todas con uno de los mayores mafiosos de la Historia. 

Lo mejor: Andrés Arturo García Menéndez en pijamita.
Lo peor: El "homenaje" a Eisenntein con la escena del carrito de bebé y las escaleras. De lo más lamentable que he visto en mi vida. Aquí no hay discusión. Y lo digo muy en serio, dejando de lado las gracietas y las bromas, da vergüenza ajena.
Conclusión:
-Control de Alcoholemia, sople.
-Pero si eso es su pene.
-Ya, pero así no dará positivo.
-También es verdad.

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