lunes, 27 de febrero de 2017

Moonlight



Año tras año el gremio de cómicos tiene la necesidad de auto-condecorarse, de ponerse medallas en prime time para que todos reconozcamos su esfuerzo para con la sociedad. Pero esto no queda ahí, ahora, a esta felación grupal, se une la necesidad de adoctrinar. La necesidad de sentar cátedra desde el pedestal de la televisión y con la superioridad intelectual que da ser artista. Así vemos que año tras año el cine queda relegado a un segundo plano en favor del tema que toque. Obviamente, este año toca Trump. Y aquí es donde me tiro a la piscina. ¿Es Moonlight lo mejor de este año? ¿O el combo negro / acoso / homosexualidad ha influido algo en esta decisión? ¿Es LaLa Land mejor película, de calle, en casi todos los aspectos pero demasiado inocua?

Pero bueno, yo aquí vengo a lo que vengo, a hablar de la flamante ganadora del Oscar a la mejor película, Moonlight. Si en mi anterior crítica, Comanchería, veíamos el tema blanquito redneck sureño cuyos padres son primos, hoy nos toca el tema nigga thug life San Andreas. El ying y el yang de la clase baja americana.

Moonlight es la historia de una vida. De la niñez, adolescencia y madurez de Chiron. Un afroamericano desde que nace hasta que se compra un low rider.

Infancia: Chiron es un niño cabezón que vive en un videoclip de Ice Cube. Sin padre, con una madre adicta al crack y en un barrio copado por dealers y yonkis, a Chiron le quedan pocas ganas de ser feliz. Por si fuera poco, le calientan en el cole por ser un niño blandito.
Por fortuna, Juan, el camello del barrio se fija en él, abriéndole las puertas de su hogar y dándole el cariño que no encuentra en su madre. Aquí se produce un tema curioso, y es que a Juan nos lo venden como a la Madre Teresa de Calcuta. Por el día es el "Hermano mayor" que cuida de Chiron, evitando que se meta en líos; pero por la noche no duda en venderle unas bases a la madre del crío.

Adolescencia: Pasamos de niño blandito a adolescente gay. Lamentablemente, en semejante barrio, se lo tiene bien calladito. Aunque eso no impide que el acoso escolar vaya en aumento. La situación de nuestro protagonista es insufrible. Un colegio que parece una cárcel, una madre que ya es campeona Olímpica de fumar en plata, Juan, el dealer, fallecido... Caldo de cultivo para que Chiron explote y evolucione al siguiente nivel.

Madurez: Chiron ahora es 50cent. En cosa de diez años ha ganado unos treinta kilos de masa muscular y se ha comprado el kit de Thug Life; abalorios de oro (incluidos dientes), pañuelito taleguero en la cabeza, pistola y, como ya mencioné, un low rider. Chiron es el nuevo Juan. Un dealer que llena de drogas, violencia y miseria las calles. Pero eso sí, con un gran corazón. 
Aunque todo cambia cuando recibe la llamada de su amigo de la infancia. El amigo que le acarició el gato en la adolescencia. El amigo que le abrillantó la empuñadura. El amigo que le atusó el badajo. El amigo que le hace replantearse quién es Chiron en realidad. El amigo que le recuerda al niño que una vez fue.

Lo mejor: El Oscar a Mahershala Ali a mejor actor secundario apoya mi teoría. Diez minutos contados en pantalla poniendo cara de limón no son suficientes para un Oscar... A no ser que sea el Oscar reivindicativo a un actor musulmán negro. Aunque mejor dárselo a Remy Danton que a Jeff Bridges por hacer de Jeff Bridges.
Lo peor: Ser gay es dificilmente compatible con la thug life.
Conclusión: Si el nombre de Mahershala te parece jodido de pronunciar, deberías saber que es un diminutivo de Mahershalalhashbaz.


domingo, 26 de febrero de 2017

Comanchería


Empezamos el repaso a los Oscars 2017 con la película nominada para hacer bulto. Es un dato triste ver que, incluso entre los supuestos nueve mejores largometrajes del año, hay diferentes ligas. En el caso de Comanchería, estaría luchando por evitar el descenso.

Definida como "western moderno", la realidad es que éstas películas salen solas en los Estates. Son esos clásicos dramas sociales a los que tan acostumbrados estamos aquí.

Drama social español: Dos hermanos, uno más cabal y guapo; otro más problemático y calvo, llevan una fútil existencia en Vallecas, Sureste de Madrid. Agobiados por las pocas oportunidades laborales y la necesidad de hacer frente a la hipoteca de su piso, se ven irremediablemente abocados a caer en una espiral de autodestrucción. En un acto de pura necesidad compran un Citroën BX y se deciden a robar la sucursal de la Caja de Ahorros de Castilla La Mancha.
En el torpe y atropellado asalto, consiguen huir con 7.000 €. Un balón de oxígeno para su situación.
Lo que no saben todavía, creyéndose indemnes del crimen, mientras disfrutan de un bocadillo de calamares en una estación de repostaje Repsol, es que el Teniente de la Guardia Civil Manuel Cifuentes (interpretado por José Coronado) ha comenzado su búsqueda y captura.

Drama social yankee: Dos hermanos, uno más cabal y guapo; otro más problemático y calvo, llevan una fútil existencia en Odessa, Suroeste de Texas. Agobiados por las pocas oportunidades laborales y la necesidad de hacer frente a la hipoteca de su granja, se ven irremediablemente abocados a caer en una espiral de autodestrucción. En un acto de pura necesidad compran un Ford F150 y se deciden a robar la sucursal del Wells Fargo & Co.
En el torpe y atropellado asalto, consiguen huir con 7.000 $. Un balón de oxígeno para su situación.
Lo que no saben todavía, creyéndose indemnes del crimen, mientras disfrutan de un Hot Dog con extra de pepinillos en una estación de repostaje Texaco, es que el Sheriff del Condado Marcus Hamilton (interpretado por Jeff Bridges) ha comenzado su búsqueda y captura.

Estos rollos no deberían ser suficientes como para estar nominados a nada. Pero bueno, ¿qué sería de los Goyas sin algún drama social? Los Oscars no pueden ser menos.

Lo mejor: El magnífico método de búsqueda de la policía. Jeff Bridges y su compañero se sientan en una cafetería frente a un banco aleatorio, de un pueblo aleatorio, y a esperar por si aparecen los ladrones.
Lo peor: La preocupante falta de gestión contable de los asaltantes. En cada robo a un banco, entierran el coche para deshacerse de las pruebas. Según se dice en la película, roban tan solo una media de 7.000 $ por asalto. No me salen del todo las cuentas...
Conclusión: En Texas no eres ladrón de bancos porque no quieres. Y es que este Estado sureño está como un solar. Bancos sin clientes ni seguridad en pueblos aislados y sin un alma. De hecho, es tan preocupante la despoblación que sufre, que sólo les persiguen dos policías. Frente a este panorama, es un paseo para los asaltantes durante toda la película.
Sede del Banco Mundial en Texas: Como ya he dicho, los ladrones de bancos campan a sus anchas por un desolado Texas; hasta que topan con el último banco. Un último banco que aglutina toda la densidad de población de Texas en cien metros cuadrados. Obviamente, la mala fortuna de ir a parar con un banco repleto de miembros de la Asociación Nacional del Rifle el día de cobro hace que se les complique el día.